domingo, 19 de febrero de 2012

"Oblivion"

Tus ojos fueron condicionados para ver
el rostro más gris de un frio amanecer.
Tus labios anhelan tan ansiosos besar
el espejismo que se oculta en tu soñar.
Bebes del veneno que cosechas en tí,
me alimenté de tus dudas hasta morir.

¿Cómo podrías tú atreverte a observar
la miel que en tus venas traté de cultivar?
¿Cómo podría yo acusarte de ignorar
el fantasma cálido que no supe mostrar?

Veo bendiciones y maldiciones recíprocas
que se conjugan y mueren juntas y efímeras
al pie de una puerta que se abrió de golpe
y se cerró y se abrió siempre tan inconforme.
Tus pies no pisaron aquel suelo sagrado,
altar de fuego que de la nada yo habría alzado.

Coronación y crucifixión hallé en tu mirar,
en aquella sincronía imposible de encontrar.
El calendario nunca hubo de sernos propicio,
mal augurio que acabó por precipitarme al piso.
Brújulas distintas guiarán nuestros caminos,
horizontes paralelos que nos llaman al destino.

Jugaré con cenizas a reconstruir imperios
que espero dar a luz gracias a otros vientos.
La tempestad pasará devorando aquel jardín
Honestos deseos por tí dejará hoy tras de sí:
Que las espinas en tu sien tengan piedad de tí,
que la marea no se trague lo bello que en tí vi.

Me marcharé sin ruido, sin invitarte hoy a venir
pues esto es lo último que tendré que escupir
palabras que no son más que un tango final
aquel que nunca alcanzamos juntos a bailar.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Para ver el mundo en un grano de arena (Poema de William Blake)

"Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría
Hace esfumar el fluir de la vida;
Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad."

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Invictus (Poema de William Ernest Henley)

"Desde la noche que sobre mi se cierne,

negra como su insondable abismo,

agradezco a los dioses si existen

por mi alma invicta.

Caído en las garras de la circunstancia

nadie me vio llorar ni pestañear.

Bajo los golpes del destino

mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira

yacen los horrores de la sombra,

pero la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,

cuán cargada de castigo la sentencia.

Soy el amo de mi destino;

soy el capitán de mi alma."

martes, 26 de octubre de 2010

La puerta

Siente el frio acariciar tu piel
cuando sus maletas listas se marchan.
Escucha otra vez la agonía del ayer
mientras sus manos se agitan despidiéndose.

Dime, ¿quién sujeta hoy tus pies?
Muestrame que es lo que ahoga tu voz.
Déjame oler tus miedos a flor de piel
para mostrarte que ahí no queda nada.

Fuera de ti está lo que sangraba.
¿Tus cadenas? No eran más que arena.
Fuera de ti ya está esa sombra añeja.
¿Tus fronteras? No eran más que niebla.

La puerta está abierta y esperando
que esas raices no te atrapen en el suelo.
Estréllate con violencia en el marco
pero no te enclaustres dentro de tu templo.

martes, 14 de septiembre de 2010

Punto no suspensivo

Ideas recurrentes vuelan
y naufragan en el gris
dibujando la silueta de un fantasma
que me sonrie en mis sueños
¿o en mis pesadillas?.

El débil fragmento de tierra firme
entre la verdad y las mentiras
que yo mismo me creí.
El camino que quise transitar
ingenuamente con pies estáticos
a centímetros del suelo.

La tumba de lo que no dije,
de lo que nunca dí.
Aire, mucho aire viene y va,
pero es sólo aire y nada más.
¿Fe? ¿Esperanza?
Tu brújula no apunta más hacia allá
y si lo hace no lo deja ver.

Pesa el recuerdo, pero temo el olvido.
Tanta sombra no me deja oir el canto del gallo.
Ya no sé si estás ahí o no.
Aún sigo amarrado a tus largos cabellos,
pero no quiero seguir anclado.
Por favor cierra la puerta al salir
y no hagas más ruido.

sábado, 21 de agosto de 2010

Ella

Ella sueña con el cielo nublado de Londres
y los veranos de la Toscana.
Anhela el día en el que sus alas puedan abrirse por sí mismas
y surcar las nubes en caballos de luz.
Ella camina por sendas que yo nunca había visto antes
y que por hoy no podré andar.
Ella es tan cercana y tan distante a la vez,
guarda su ternura dentro de capullos de aire
y uno puede respirar su dulce perfume si presta atención.
Prefiere la calma de la brisa del mar a las luces de esta ciudad
tan acelerada, tan ruidosa, tan confusa, tan caótica.
Ella tiene la sonrisa más hermosa que podrás imaginar.
Es de las personas que piden deseos
aún sin saber si acaso algún día se cumplirán.
Ella disfruta del sabor de un buen vino,
y ama la comida china.
Ella me dio de probar el café más delicioso.
Ella no puede dejar el tabaco.
Pretende ser cada día mejor de lo que fue alguna vez
aunque a mi siempre me pareció perfecta.
Se mueve con gracia al ritmo de la música,
tal como se mecen las olas en el océano.
Ella cantaba con demasiada emoción,
pero yo no oía su voz hace mucho tiempo.
Ella lo tomaba de la mano y dejaba que le abrace,
sus ojos verdes naufragaban en los suyos.
Ella besaba sus labios
y yo no sé si por las madrugadas
sueña a veces con sus ojos.
Pero en medio del frio, yo sueño con su sonrisa.
Cada noche, sólo su sonrisa al verme,
al conversar, al coincidir en el camino.
Y en cada sueño siento que vivo y que muero.
Y aún así sueño con una ligera posibilidad
de que sueñe conmigo.
Ella no sabe que es lo que sueño yo.
Ella, sin embargo, me sonrió.
Y eso me basta.
¿Me basta?

miércoles, 30 de junio de 2010

Lobo errante

Caminé sobre el polvo que nadie jamás besó.
Levanté la vista y en medio de la noche vi el sol.
Observé el mundo con colores muy distintos
quizás poco comprensibles, pero al menos mios.

Aullé a la luna insinuandole un hola y un adios
y ladré rabioso a quienes sembraron las espinas,
a quienes intentaron apagar a las estrellas.
Ninguna mano fue lamida por comida.

Un violín que sonó en soledad y en filarmónica.

Aprendí a amar al invierno como al verano.
Conversé en mi con sombras y luciernagas
en medio de su carrera armamentista.

Me vi girar ciento ochenta grados,
setenta veces siete ir odiando,
beber el mismo veneno con placer,
sentir el frio debajo de la piel
pero también vivir sin ser domado
a la vez que lazos de aire y rubíes
unen las respiraciones que son ajenas
y la unión de los latidos invoca la luz.

Intento abrir un sendero en el laberinto.
Le doy forma al marmol con cada golpe,
con cada paso, con cada bocanada de aire.

No tengo una brújula,
ser un errante me parece mejor
sin embargo, se cual es el suelo que quiero pisar
ese que nace en el alba al despertar,
ese que pisa la luna, yo he de besar.
Y estoy en camino.