viernes, 12 de marzo de 2010

Pegaso

Una red de telarañas se desvanece
y unas alas en el aire se estremecen.

Dejando detrás estelas de caidas,
un eco se vuelve a oir sobre la colina.

De a pocos, se resquebraja esa pared.
En la grieta, hilos de plata claros se ven.

Nació de la sangre, pero de vida está lleno
Alma de relámpagos, voz de trueno.

La escritura en piedra se ha ignorado,
tenemos tinta y una hoja en blanco.

Tras la noche, nuevos ojos se abren
y la luz de un horizonte los atrae.

Paso a paso, retoman su camino
y ahora dirigen libres su navío.

Se unen los escombros de un anhelo
y hoy galopan libres sobre el cielo.

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